El jardín del hombre ciego by Nadeem Aslam

El jardín del hombre ciego by Nadeem Aslam

autor:Nadeem Aslam [Aslam, Nadeem]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2013-09-15T00:00:00+00:00


* * *

—¿Qué ha sucedido? —pregunta Tara a Naheed, que llega a la casa para ayudarla a preparar la comida.

—El comandante Kyra quiere que abandonemos la casa.

Tara pronuncia el versículo del Corán al que recurre uno cuando recibe una mala noticia.

—Basie le ha pedido que se fuera.

—Debemos ser precavidos, son peligrosos. —Tara mira hacia la habitación de Rohan—. Firmó todos los documentos que le pusieron delante. Y ahora está ahí sentado, acariciándose su barba engañada.

—Nadie lo engañó, madre.

—Sí que lo engañaron. Tras la muerte de Sofía estaba medio trastornado. Podrían haberle hecho firmar cualquier cosa. —Tara le ha traído a Naheed una cesta de calabazas verdes—. Pero no quiero que te preocupes por la casa. Iré a la mezquita y le pediré al clérigo que me dé un talismán y rezaremos…

—Rezar… —murmura Naheed—. ¿Quién escucha nuestras plegarias?

—¿Cómo te atreves a hablar así? Que no se atiendan una o dos oraciones no significa que no vayan a hacernos caso nunca.

—¿Una o dos?

—Silencio. Gracias a las oraciones que le dediqué a Alá sobreviví la temporada que pasé en la cárcel.

—Fueron Alá y sus leyes los que te enviaron a la cárcel para empezar.

Tara se acerca a su hija.

—¡Silencio! No vuelvas a decir algo así jamás.

Naheed la fulmina con la mirada, con unos ojos anegados en lágrimas porque se siente atrapada, a merced de un anhelo irreprimible. Al final se vuelve.

—¿Has oído lo que te he dicho?

—Sí.

Mientras preparan la comida ambas permanecen encerradas en su ira, en silencio, aunque Tara mueve los labios cuando recita en silencio versículos coránicos.

Al cabo de un cuarto de hora, y sin levantar la mirada de las calabazas que está cortando en grandes pedazos, Naheed pregunta:

—¿Qué quería Sharif Sharif cuando vino a visitar a padre el otro día?

—Nada —dice Tara, que tarda un momento en responder—. Ya te dije que solo era una visita de cortesía de un vecino. Quería saber cómo estaba Rohan de la vista.

—Por favor, madre.

—Vino a pedirle tu mano.

Naheed deja el cuchillo.

—Se ofreció a pagar la operación de los ojos a cambio.

Tras un silencio que dura varios minutos, Naheed lleva el cuenco lleno de trozos verdes y blancos de calabaza al otro lado de la cocina. Abre el grifo y los sumerge en agua para que se mantengan frescos hasta la hora de cocinarlos.

—Una cosa más —dice Naheed en voz baja.

—¿Sí?

—Padre dice que has encontrado a alguien para mí.

—Tengo a un joven en mente. —Y tras no obtener reacción alguna de Naheed, añade—: Es la única posibilidad.

Naheed esboza una sonrisa tensa. Tiene los ojos casi en llamas.

—No es la única posibilidad, madre. Hay miles de opciones más. Estoy harta de tener siempre miedo…

—El mundo es un lugar peligroso.

—Déjame acabar. Cometiste un error al asustarme para acabar con mi bebé. Cometiste un error al asustar a Mikal para ahuyentarlo de mí. No me importa todo lo que te haya pasado, pero no deberías asustar a los que son más jóvenes que tú con tus propios temores. La precaución es una cosa, pero tú me inspiraste verdadero pánico.



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